28 de junio de 2013. Isco Alarcón da el «sí, quiero» al Real Madrid. Comienza entonces una historia de amor entre el jugador español de más talento desde Iniesta y un Bernabéu ávido de sus filigranas. Hoy han pasado más de ocho años de aquel flechazo que le costó a Florentino Pérez 30 millones de euros (bien pagados y amortizados) y quedan 222 días para que Isco viva su separación más dolorosa: decir adiós al Real Madrid.
El contrato de Isco expira a final de temporada y el jugador ya sabe, por activa y por pasiva, que el Real Madrid no va a renovarle. Incluso si quisiera marcharse en enero el club blanco estaría dispuesto a darle la carta de libertad en agradecimiento a lo vivido juntos, a esa historia de amor que tuvo momentos felices y muchas perdices en forma de títulos, incluidas cuatro Champions, que se dice pronto.
Isco afronta sus últimos meses en el Real Madrid antes de consumar una separación no por esperada menos dolorosa. Su ocaso prematuro –el malagueño sólo tiene 29 años– llegó como por ensalmo el día que Lopetegui fue despedido como entrenador del equipo blanco. Y de eso hace ya más de tres años. Ni con Solari, ni con Zidane, ni ahora con Ancelotti, que fue su primer técnico en el Real Madrid, ha levantado cabeza el malagueño, que se acomoda abandonado a su suerte de suplente con sueldo galáctico.
Parecía que esta temporada podría ser distinta para Isco de la mano de un Ancelotti que supo exprimirle en su primera etapa en el Real Madrid. Pero los minutos que le regaló Carletto en el inicio de la Liga fueron un mero espejismo, una suerte de canto del cisne en el que Isco dejó los detalles de siempre y las ausencias de siempre también.
Isco, en el laberinto
Isco jugó de titular en dos de las tres primeras jornadas de Liga: 59 minutos contra el Levante y 66 contra el Betis. No terminó ninguno de los dos partidos pero se le vio con ganas, intensidad y un puntito de finura esperanzador. Y más delgado, claro. Sin embargo, a Ancelotti no le terminó de convencer, así que le mandó de nuevo al banquillo en cuanto empezó a recuperar efectivos: Isco jugó sólo 12 minutos ante el Valencia, 18 frente al Mallorca y otros 9 contra el Villarreal, los últimos del centrocampista con la camiseta del Real Madrid. Y fueron el 25 de septiembre, hace mes y medio.
Entonces Isco se desvaneció. Unas inoportunas molestias en la espalda le dejaron K.O. casi todo el mes de octubre. Se perdió los partidos del Real Madrid contra Espanyol, Barça y Osasuna. Ancelotti ha vuelto a convocarle en los dos últimos partidos, contra Elche y Rayo, pero se ha quedado en blanco. Todo ello, por no hablar de que Isco aún no se ha estrenado en la Champions: se perdió dos duelos por lesión y en los otros tres ha chupado banquillo.
Sus números le acercan a un final gris en el Real Madrid y la que pudo ser una historia de amor propia de una película de Julia Roberts puede acabar como un telefilm de serie B, de esos que emite Antena 3 los sábados después de comer. Y, por mucho que su rendimiento no haya estado a la altura de su talento, Isco no se merecería eso.